Una creciente ola de protestas amenaza con retrasar proyectos insignia del Gobierno, que deberá dar un golpe de timón para sortear conflictos sociales mientras la economía navega a salvo y el país se mantiene como un puerto seguro para invertir.
La popularidad del presidente Sebastián Piñera, registró en junio un mínimo en su Gobierno, del 31 por ciento, golpeada por multitudinarias manifestaciones consideradas las más grandes desde la dictadura del general Augusto Pinochet que culminó en 1990.
En tanto, la economía del mayor productor mundial de cobre, que podría crecer por sobre el 6 por ciento en el 2011, no camina de la mano con el respaldo al gobernante.
«Chile no reconoce en Piñera un líder político, pese a que admite su capacidad para generar crecimiento. Es en su falta de liderazgo donde el modelo del Gobierno requiere un cambio», dijo Guillermo Holzmann, analista político de la Universidad de Valparaíso.
Piñera ha restado importancia a su baja popularidad y dijo a un programa de televisión: «o vivía para las encuestas o vivía para hacer lo que yo creo que tenemos que hacer».
El creciente descontento amenaza la agenda legislativa del gobernante, que deberá postergar proyectos emblemáticos en salud, programas sociales y una modernización del mercado de capitales, que no lograrían rápido consenso.
«Hay demasiados asuntos pendientes, como las protestas en educación. No los veo avanzando junto con una reforma al mercado de capitales, por ejemplo», dijo Patricio Navia, analista político de la Universidad de Nueva York.
Pese a una oferta de 4.000 millones de dólares para la educación, el Gobierno no logró desactivar una masiva protesta estudiantil que lleva semanas demandando educación pública gratuita y que aglutina desde rectores universitarios hasta padres.
Amenaza con extenderse a otros sectores.
Paralelamente, unos 16.000 trabajadores de la cuprífera estatal Codelco, realizarán el lunes un paro de 24 horas, en rechazo a un plan de modernización que, según los operarios, contemplaría despidos y privatización parcial de la empresa.
La compañía se vio obligada a suspender la celebración por el aniversario de la nacionalización del cobre.
Las movilizaciones se suman a otras, como las de ambientalistas que rechazan la instalación de una megacentral hidroeléctrica en la Patagonia chilena.
Pese a esa situación, la economía que crece con baja inflación sigue siendo un buen destino de inversión, con atractivas tasas de interés.
Pero se enfrenta al riesgo de que los conflictos sociales empiecen a incorporarse en los análisis del mercado.
«No es que hoy día Chile se esté desechando como país de inversión. Pero el nivel de descontento le va a poner un porcentaje dentro del análisis para las posibilidades de inversión a futuro», dijo Rodrigo Sarria, operador de Celfin Capital.
Como parte de la solución, el analista Holzmann apuntó a que el Gobierno puede impulsar un cambio de ministros de los sectores en conflicto, duramente rechazados por la ciudadanía, para permitir la apertura de un espacio al diálogo.
Pese al ambiente, en el largo plazo analistas creen que la estabilidad jurídica y política chilena se impondrá ante la zozobra ocasionada por las demandas.
«Al revés de lo que ocurre en otras regiones, la economía debería tener un buen desempeño (…) Pensando en que Chile es un país con estabilidad en las reglas del juego, indudablemente se transforma en una buena alternativa de inversión», dijo Rodrigo Jacob, gerente de estudios de Bice Inversiones.
Fuente: Agencias
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