Jerome Powell se encamina esta semana a su primera alza de tasas de interés como presidente de la Reserva Federal con un tema no resuelto que prevalece sobre otros: ¿Podría su optimismo sobre la economía estadounidense llevar a más aumentos de los costos de endeudamiento de los que los mercados pueden afrontar?
Los comentarios públicos de Powell y las conversaciones de Reuters con sus colegas de la Fed desde enero, cuando fue confirmado para el cargo, sugieren que muchos temores son exagerados: Powell, constructor de consensos, puede hacer algunos ajustes para reflejar el cambio económico, pero está tan comprometido con alzas de tasas moderadas y graduales como su predecesora, Janet Yellen.
La preocupación acuciante del nuevo presidente será mantener una de las recuperaciones más largas durante el mayor tiempo posible, según conversaciones con altos cargos de la Fed y analistas. Pero dadas las muestras de que el potencial de la economía se ha fortalecido, eso podría implicar que el ciclo de endurecimiento de la política monetaria se extienda, con tasas que alcanzarían niveles superiores a los que se había pensado.
Powell fue ampliamente considerado como una opción de continuidad cuando fue escogido por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Fue uno de los gobernadores de la Fed durante la transición de los estímulos de la era de la crisis hacia un acercamiento más equilibrado que llevó a tres alzas de tasas el año pasado en respuesta al crecimiento sostenido y la baja del desempleo.
Pero la incertidumbre sobre cómo este abogado y ex ejecutivo de inversión de 65 años va a capitanear la Fed quedó visible el mes pasado cuando los mercados mundiales bajaron con fuerza tras su primera comparecencia en el Congreso estadounidense.
Los inversores se tomaron inicialmente su optimista evaluación de la economía estadounidense como una muestra de que favorecía una senda más agresiva de alzas de tasas que Yellen, y que podrían esperarse cuatro subidas de tipos este año en lugar de las tres anteriormente adelantadas por la Fed.
Este podría aún ser el caso. Incluso el conciliador gobernador de la Fed Lael Brainard señaló recientemente que “el viento frontal (de la economía) está cambiando a viento de cola”.
Pero una economía más fuerte no necesariamente significa que la Fed abandone su postura balanceada de riesgos para el crecimiento y la estabilidad de precios. En su lugar, podría dar a Powell espacio para equilibrar la inflación al alza tras más de cinco años por debajo del objetivo, y protegerse del riesgo de unos precios desorbitados cuando se apliquen cortes fiscales de 1.800 billones de dólares y nuevos gastos del Gobierno.
Con Yellen, el banco central era aún más cauto sobre el impacto de tal estímulo fiscal, que podría sobrecalentar una economía ya cerca de su plena capacidad, pero también impulsar la confianza empresarial y la productividad, dando a las tasas más espacio para aumentar.
Una pista sobre si la Fed ve ahora más margen de acción llegará el miércoles, cuando la Reserva Federal publique su nueva estimación mediana de la llamada tasa neutral de interés: el nivel que ni estimula ni enfría la economía.
Esta tasa ha caído al 2,75 por ciento desde el 4 por ciento en 2013. Una subida a un nivel de alrededor del 3 por ciento podría apuntar a que el estímulo fiscal y los recientes datos – como el sólido informe del empleo de febrero – han comenzado a convencer a Powell y otros de que el ciclo gradual de alzas de tasas podría prolongarse otros dos años o más, dando espacio extra para recortarlos en la próxima recesión.
Se espera que la Fed eleve su tasa a un rango de entre el 1,5 y el 1,75 por ciento al final de la reunión de dos días el miércoles y que también actualice su evaluación de la economía.
Meses de crecimiento mundial sincronizado, algunas señales de que presiones sobre los precios y los temores de que las medidas proteccionistas de Trump podrían llegar a una guerra comercial han alimentado las preocupaciones de la Fed a que la inflación, ahora un poco por debajo de su objetivo del 2 por ciento, pueda acelerarse.
Algunos legisladores temen también que los recortes fiscales puedan avivar inversiones arriesgadas que podrían inclinar la economía hacia otra recesión.
Sin embargo, la Fed de Powell probablemente tenga sumo cuidado de no sobreactuar ante datos económicos más fuertes, según una serie de comunicados de altos funcionarios y las actas de la reunión de enero.
Los inversores también pueden estar cómodos con lo que quienes han trabajado con Powell describen como filosofía de “si no está roto, no lo arregles”, que le ayudó a conseguir este puesto.
Aunque Powell ha mostrado poco apetito por cambios bruscos, como una renovación del régimen de objetivos de inflación como han defendido algunos de sus colegas, el nuevo jefe de la Fed ha comenzado ya a imponer su propio tono.
Se ha mostrado “cuidadoso y práctico, pero definitivamente abierto a nuevos acercamientos”, dijo Narayana Kocherlakota, expresidente de la Fed en Mineápolis que trabajó con el entonces gobernador Powell entre 2013 y 2015.
En su primera aparición en el Capitolio como máximo responsable de la Fed, cuando fue consultado qué estaba dispuesto a hacer para asegurar los beneficios del crecimiento económico para todos los estadounidenses, no sólo las élites, Powell se aferró al guión diciendo que la Fed simplemente carecía de los instrumentos para hacerlo.
Eso contrasta con la época en la que Yellen y su predecesor, Ben Bernanke, estaban al frente.
Sus años en el cargo estuvieron dominados por la innovación y la experimentación ante las crisis, una modernización de la forma en que la Fed establece y comunica su política, y en ocasiones discusiones públicas sobre temas sociales, como la desigualdad, que enfrentaron a Yellen con los republicanos que controlan el Congreso.
Fuente: Reuters